Hay que ver como ha cambiado el concepto de telefonía móvil. Antes tenía móvil la gente importante, que llevaba aquellos ladrillos con maletín. Con el tiempo, la telefonía móvil se fue extendiendo y empezó a prevalecer el tamaño -¿quién ha dicho que no importa?-, cuanto más pequeño mejor. Pero todo cambia con la aparición de los smartphones.
Actualmente, el mundo de los teléfonos inteligentes esta dividido entre Apple y Google. Ambos tienen unos sistemas estupendos, pero con ciertas peculiaridades:
– Apple desarrolla el sistema operativo del móvil (iOS) y la fabricación del terminal.
– Google sólo desarrolla el sistema operativo (Android), permitiendo a cualquier fabricante que lo incorpore en su terminal.
– El sistema de Apple es propietario, lo que implica que únicamente puede usarse en su dispositivo y, además, no se puede ser modificado.
– El sistema de Google es código abierto, lo que posibilita su modificación.
Ahora planteo mi dilema personal: actualmente tengo un Motorola Millestone con Android, con el que estoy contento pero que ya empieza a sufrir los achaques de la edad y va un poco lento. Mi duda es:¿sigo con los marcianos y adquiero un Samsung Galaxy II, o me paso a las manzanas y me hago con un iPhone 4S?
Ambos terminales son tremendamente potentes, pero cada uno tiene sus pros y sus contras:
Me encanta ir en mi coche y conectar mi dispositivo Android al equipo de música del vehículo por usb y escuchar la música sin necesidad de disponer de una instalación especial para iPhone; o llegar a casa de un amigo, darme cuenta que no he traído el pendrive y, simplemente, usar mi móvil como dispositivo de almacenamiento sin necesidad de programas como iTunes para poder pasar cualquier documento a mi terminal. Cuando estoy en la oficina y mi marcianito me avisa de que tiene poca batería, ningún problema: cojo un cable usb y lo conecto al ordenador, que funciona como un cargador improvisado.
Sin embargo, envidio a la gente que lleva una manzanita porque yo debo esperar a que el fabricante de mi móvil publique actualizaciones cuando Google ya ha sacado nuevas versiones meses antes, mientras que como Apple es dueño y señor del terminal y del software, permite a todo el mundo actualizarse en el momento en que desarrolla cualquier mejora. Por no mencionar cuando te reúnes con gente que tiene su iPhone más de un año y te presentas con tu terminal Android de hace cuatro meses: te das cuenta de que, en lo que se a rendimiento refiere y pese a ser más antiguo que el tuyo, te igual o incluso te superan.
Resumiendo, mi corazón esta dividido, por un lado me gusta Android por la libertad que me da, ya que no me obliga a pasar por programas para sincronizar y me permite incluso personalizarlo como quiera, además de que la integración con los servicios de Google tales como gmail, docs o music es tremenda. Por otro lado, Apple tiene el terminal rey del mercado, con un ciclo de vida muy amplio pero con la pega de tener que hacer las cosas como ellos mandan.
¿Mi conclusión? Inconclusa. Seguiré intentado decidir, porque ambos dispositivos son fantásticos y ambos van a suponer que venda mi alma de alguna forma…
Suerte con vuestra elección.